15 octubre 2009

EL QUINTO ELEMENTO

Ya está, la ilusión se hizo humo, igual que cuando estallaron cientos de cohetes multicolores para saludar la salida de Uruguay a la cancha.
La ilusión de ver a la celeste clasificada al Mundial se esfumó y silenció a las 55 mil almas que alentaron a la selección de Tabárez.
La fiesta del principio, terminó en una lenta procesión.
Apenas si hubo un tibio reconocimiento a la entrega de los jugadores, pero nada más.
Era más fuerte el dolor, la amargura y la bronca de ver a ese puñado de argentinos saltando, gritando y gozando, que el amor por la celeste. 
 "¡Menos mal que ganó Chile!", fue la frase más repetida de la noche.
Iba de voz en voz en esa marea humana que abandonó el Centenario cabizbaja, mordiendo el polvo de la derrota como pocas veces.
Era un clásico y hacía 33 años que Argentina no ganaba en el Centenario.
Para colmo de males, ese morbo alimentado por la prensa internacional de ver a Maradona afuera del Mundial, había hecho su efecto en el sentir del hincha local.
Querían ver de rodillas al ídolo argentino. No pudo ser.
Las banderas ya no flamearon y las sonrisas se desdibujaron lentamente.
Ni siquiera hubo festejo ni aplausos cuando por los altavoces se dio la mejor noticia de todas: "final, Chile 1 Ecuador 0".
El frío pareció ser más cruel cuando el paraguayo Carlos Amarilla alzó sus brazos y pitó el final.
Ya no había tiempo para nada.
Ni siquiera para empatar el clásico del Río de la Plata.
Bajó el telón en el Centenario.
Lento, el público no le pidió a los actores que regresaran.
A esta obra le quedan dos capítulos más... con Costa Rica

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