07 marzo 2008

LA VUELTA MÁS AÑEJA CUMPLE 65 AÑOS

Lo más probable es que Cheto Pelliciari, al idear ese prodigio con pedales, jamás haya pensado lo que representaría en el tiempo la Vuelta Ciclista del Uruguay. Porque en realidad era difícil presumir que todo un pueblo rodease el esfuerzo del Club Policial consagrándola su preferida, haciendo de la carrera un mito incorporado para siempre a la historia de los milagros. Por cuanto sólo un hito milagroso y romántico será capaz de sostener vigencia y aclamación, después de tantas décadas de irreversible proyección hacia lo inolvidable. Si Cheto hubiese resultado un simple amante del deporte, el prodigio hubiese quedado en ilusión. Pero coincidió que además de empírico, Enrique Pelicciari resultase dirigente de un club deportivo, funcionario policial y periodista de Radio Sport. Pues para materializar una empresa semejante era necesario todo eso.

Aún así no resultó fácil. Porque había que suponer que en épocas en las que la red vial expresaba dificultades capaces de doblegar al más rudo gladiador, un simple puñado de ciclistas se adviniese a subir cerros y vadear arroyos, o sortear tranqueras y eludir el pedregal en pos de una ilusa medalla. Por eso habrá que glorificar por siempre a la generación que puso en movimiento la Vuelta, al puñado de leones que resultó capaz de sortearlo todo, de enfrentar las inclemencias sin desfallecimientos, que absorbió increíblemente sin mucha ortodoxia funcional, de formato general, con ruedas de madera, llantas gruesas y pesadas, con aquellos tractores de la década del treinta y del cuarenta sin los que hubiese resultado imposible absorber el trazado de las vueltas pioneras.


Esta historia que se extiende en el tiempo nació entre las inquietudes juveniles de Cheto. Entre revistas europeas que realizaban la apología del Giro de Italia retando a la muchachada oriental, incitándola a plantear un desafío al tiempo, dibujando con la convicción de los líricos el propósito de salir a unir pueblos y ciudades sobre un bicicleta. Nadie podía suponerlo, pero la idea prosperó y una inolvidable mañana, el sábado 1º de abril de 1939, sonrientes y pulcras salieron las máquinas desde 18 de Julio y Olimar, pasando entre asombros frente al viejo Ateneo y a la estatua de la Libertad que miró con estupor el atrevimiento de aquellos jóvenes que se aprestaban a iniciar el milagro histórico. Y lo lograron. Vencieron incredulidad, caminos e indiferencia. Porque hubo pronósticos agoreros. Todo resultó aplanado por la férrea voluntad de los legendarios varones de llantas cruzadas a la espalda, de rostros pintados en barro, de corazones templados en la fragua maravillosa del esfuerzo y la competencia. Escribieron páginas memorables desde Leandro Noli y Luis Modesto Soler que fueron los prodigios de la primera hasta la más reciente.


Por eso la Vuelta está en el corazón del pueblo que la ha consagrado desde el año 1939 sosteniéndola en sus preferencias a través de los tiempos. Con la grifa de la bizarría, con los heráldicos blasones de los conquistadores sobre ruedas y pedales; con la estampa de los leones que subían y bajaban cerros entre piedras de punta. Gambeteándole a la adversidad sin malicias, con el atrevimiento de una juventud capaz de liderar en todos los órdenes, haciendo historia y deporte enlazando poblaciones y expectativas.Ha sido una historia de surcos abiertos y esperanzas materializadas. La Vuelta le ganó a todo, porque el árbol creció sin tutores, con un solo esfuerzo y el apoyo de la fe. Quizás por ello el tiempo se inclinó reverente ante la grandeza de la Vuelta Ciclista del Uruguay. Ofreciendo nombres hazañosos únicamente descubiertos por la Vuelta; transformada en el tiempo en la invitación insuperable, en el podio con lugares a la gloria, porque la máxima aspiración de todo ciclista es precisamente esa, ganar la Vuelta.
Así ha resultado a través de las épocas y así acontece también en este presente venturoso y cargado de esperanzas. Han transcurrido muchos años y el prestigio se conserva intacto. La gran carrera del Policial avanza en los tiempos madurando hazañas, escribiendo el libro de oro del ciclismo nacional, internándose en los cuadros del asombro para ofrecer un proceso cristalino, impregnado de transpiración y proeza, derrotando las dudas, convirtiéndose sin oposiciones en la fiesta popular más esperada. Cheto, que la vio nacer y después observó como calzaba pantalones largos, halló en la respuesta de los años el premio que merecía su inquietud. Hechos, nombres, hazañas y capítulos memorables. Dirigentes dotándola de constantes mejoras, corredores escribiendo páginas memorables, periodismo apoyándola sin cortapisas, extranjeros acercándose para integrarla sin diferencias. Es la Vuelta Ciclista del Uruguay, el portento en bicicleta que ganó su mayoría de edad sin necesidad de documentos, que cruzó los portones de la gloria sin otro expediente que su presencia. La más grande, la preferida, la que el pueblo apadrinó con su respaldo, la fiesta deportiva de un país que la consagró desde 1939 hasta nuestros días.


1939: LA PRIMERA VUELTA
En las primeras horas del día 9 de abril de 1939 en el Circuito Abierto del Parque Batlle se cumplieron pruebas ciclistas para Novicios y Tercera Categoría como parte del espectáculo aguardando la llegada de la primera Vuelta Ciclista del Uruguay. En Novicios ganó un tal Gaitán del club Nación en 14 kms. con un tiempo de 23' 44". 2º Washington Coitiño del Fénix a 3 máquinas. 3º Enrique Domínguez del Nación a 1 máquina y media. 4º Oscar Rodríguez de Veloz.
La primera Vuelta se inició la mañana del sábado 1º de abril de 1939 a las 15 horas partiendo desde 18 de julio y Olimar donde estaba la sede de Radio Sport en la cual trabajaba como periodista Enrique Cheto Pelliciari quien además era funcionario policial y que emulando al Giro de Italia prendió la idea del sueño de la Vuelta en el Uruguay.
La caravana de 66 pedalistas salió hacia la Plaza de Libertad pasando por el antiguo Ateneo y se fue hacia San José donde finalizaría la primera etapa con un total de 91 kms. El recorrido total de la carrera fue de 1.018 kms. en ocho etapas con un día de descanso.
En la primera etapa fue convocado el tribunal de apelaciones porque algunos equivocaron el camino a San José. La etapa la ganó Luis Modesto Soler sobre Noli, ambos de Nacional. El tribunal lo componían Francisco Allagia, Serafín Pereyra y Horacio Cabral Gurméndez ratificando a Soler como ganador y Noli segundo. Al resto que arribó a San José se le colocó el tiempo del primero en salomónico fallo.
El segundo día se salio a Colonia bajo un diluvio que obligó suprimir el pasaje por Colonia Suiza y Rosario. Ganó Paulino García y Noli encabezó la general . En la tercera etapa gano Modesto y la general se empardó por primera vez entre Noli y Paulino García. El juego de apuntalamiento de Soler a Noli le posibilitó el triunfo final. Llegaron a Montevideo 23 de los 66 ciclistas que iniciaron la lucha de la carrera más importante del pedal americano.

LEANDRO NOLI: EL PRIMER HÉROE
Llegó al ciclismo de forma casual. Leandro Noli no podía con las lesiones que lo acosaban en el fútbol. Era defensa lateral izquierdo del club de su bario: el Salus F.C..Tras las intensas jornadas en el horno de ladrillo de la familia, Leandro salía a pedalear hasta que un día se encontró con la muchachada del Belvedere de ciclismo que andaba por la zona. Se sumó a ellos en el pedaleo. Enrique Corneggia corría por dicho club. Fue quien lo vinculó. Se integró junto a Santiago Botaro, Paulino García, el propio Corneggia, entre otros.
Debutó en una competencia para asociados en un circuito comprendido por las calles Garzón, Millán, Lezica y nuevamente Garzón. Fue a tres vueltas. En la segunda Noli se escapó y no lo alcanzaron más. Debut y triunfo. Los demás protestaron. Se repitió unos días después a siete vueltas. En la cuarta, en el mismo repecho de Lecocq, Noli volvió a fugarse y ganó la prueba.


EL PRIMER PROTAGONISTA
“Para prepararme para la Vuelta, fui tres meses antes a Buenos Aires y a Junín por una cláusula del pase del futbolista Atilio García para Nacional. Unos días antes de largar la Vuelta, hice el reconocimiento del recorrido de la primera etapa”.
“En la etapa a Colonia había mucho barro. Utilicé mi experiencia en el horno de ladrillos. Por momentos me bajé y fui por el pasto con la bicicleta al hombro. En otros, transitaba por el campo para ir más rápido. Le saqué muchos minutos a Soler. Después me mantuve para mantener mi posición”.
"Le hice una promesa a mi novia. Si ganaba la Vuelta, me casaba y dejaba de correr. Así lo hice. Gané 700 pesos pero se los di a mi padre para el horno de ladrillos. A los dos años me casé. Aquel ciclismo era distinto. Las bicicletas pesaban de 11 a 13 kilos y los tubos 800 gramos. Los tubos los cosía a mano”.
(Leandro Noli, ganador, Vuelta Ciclista del Uruguay 1939).

No hay comentarios: