20 septiembre 2011

FELICES 94 AÑOS "NEGRO JEFE"

Obdulio Jacinto Muiño Varela este gran deportista nació un 20 de septiembre pero de 1917, hace ya 94 años.
Se crió en un barrio de personas económicamente humildes y apenas si fue algunos pocos años a la escuela primaria.
Era un chico asmático e hijo de padres separados.
Comenzó a jugar al fútbol en los potreros de su barrio, luego en el club Deportivo Juventud, y en el año 1937 pasó a ser un jugador semi profesional en el legendario Club Montevideo Wanderers.
En 1943 lo adquirió el Club Atlético Peñarol, institución que lo contó en sus filas hasta su retiro, en 1955.
Debutó en el seleccionado uruguayo en 1939 y en 1942 fue campeón sudamericano.
Ocupaba lo que ahora se designa como "volante", pero que en aquellas épocas se designaba como "centre hall" (o el dicho común rioplatense de "centrojá").
Su rendimiento técnico era nada más que aceptable, o quizás solamente bueno.
No era muy veloz al correr, tampoco corpulento, dominaba los distintos recursos técnicos dentro de lo que se esperaría normalmente de un jugador de primera división y nada más.
En ese aspecto no sobresalía.
Pero, ¿en donde estibaba entonces el hecho de que se haya convertido en un personaje futbolístico que llegó a trascender a través de la historia deportiva del mundo? 
En su personalidad.
Ello significó ganarse el apodo de "negro jefe"
Sin gritos y sin histerias sabía poner en vereda con severidad a sus compañeros de equipo cuando éstos no hacían las cosas como debían; bastaban unas pocas palabras, o quizás una mirada llena de rigor como la de un padre severo con sus hijos para darse cuenta que se tenía que poner mayor empeño en tal o cual aspecto del juego.
Asimismo fue muy respetado por sus rivales ocasionales, los cuales sabían que con este "gran negro" no era conveniente buscar problemas.
Aunque Obdulio Varela fue un jugador del tipo recio, siempre fue partidario del juego limpio, sin mañas, desdeñando la brutalidad.
En cierta ocasión, como capitán del conjunto de Peñarol, un adversario golpeó brutalmente y con toda alevosía a uno de sus compañeros.
La agresividad de ese contrario ameritaba la expulsión inmediata del juego, ello era evidente.
Pero de forma inexplicable, dicha falta se sancionó como una simple contingencia del juego.
Obdulio Varela tomó de inmediato el balón, se dirigió al juez, y de manera respetuosa le observó que si en algún momento algún jugador de su equipo, es decir, de Peñarol, cometía semejante acto de brutalidad, le pedía por favor que lo expulsara de la cancha, puesto que él, como capitán, no podría tolerar que uno de los suyos realizara semejante acto tan desdeñable.
Pero la gran personalidad de Obdulio Varela se pudo plasmar con nitidez en lo ocurrido en Julio del año 1950, en ocasión del IV Campeonato Mundial de Fútbol disputado en la ciudad de Río de Janeiro.
Su actuación en dicho torneo fue lo que lo catapulto realmente a la gran historia del mundo futbolístico, y quizás de todo el deporte. Aquí se pudo palpar por parte de este hombre sus recursos psicoemocionales, la verdadera astucia, el conocimiento o la perspicacia para llegar a percibir las virtudes y también el "talón de Aquiles" de los adversarios, y de acuerdo a ello determinar la forma adecuada para manipular o aprovechar las distintas reacciones de los mismos en beneficio propio.
Es necesario destacar el elemento ético de Obdulio Varela ante la vida y según fue pasando el tiempo hasta su fallecimiento.
Se retiró en el año 1955 para dedicarse a su muy querida esposa, a sus seres queridos.
El mayor espacio de su vida era para su familia y sus amigos más cercanos.
Durante el resto de su vida fue muy requerido por la prensa, la escrita, radial y luego también la televisiva.
Casi siempre rehusó a la misma.
En las varias décadas que siguieron a su retiro, en muy pocas ocasiones se pudo conversar con él para algún reportaje.
Dentro de esa gran personalidad, vital en todo sentido, de postura firme, sólida, se ocultaba también un hombre humilde, el cual nunca quiso que lo endiosaran dado que también reconocía sus limitados alcances como ser humano.
Es indudable que detrás de todas aquellas personalidades que buscan el primer plano a cualquier costo, la necesidad imperiosa de ser reconocidos, de ser entrevistados, mostrados, existe alguna debilidad emocional, búsqueda de afirmación de la personalidad. Sin la misma se encuentran como "vacíos", desprotegidos, débiles y aparentemente sin asidero en la vida. Obdulio Varela no necesitaba de estos "puntos de apoyo" debido a que se encontraba muy por encima de todas esas carencias.
Su propia persona, sus seres queridos y sus pocos amigos de la intimidad eran suficientes para encontrar la dicha en la vida.
Sin embargo, este hombre que hasta podía asustar al mismísimo diablo cuando se ponía serio, era también de una personalidad muy sensible.
En 1996 fallece el gran amor de su vida, su esposa Catalina. Obdulio Varela no pudo soportar la pérdida de ésta, y a los pocos meses, exactamente el 2 de agosto del mismo año él también sucumbe ante la muerte.
El Presidente de la República, en ese momento el Dr. Julio María Sanguinetti dispuso que se le tributaran honores especiales. Prácticamente todo el Uruguay estuvo de duelo y lloró por la pérdida del famoso "negro jefe".

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