07 junio 2009

AHORA SABEMOS LO QUE SINTIERON EN EL 50'

Durante casi 59 años los uruguayos nos ufanamos del gran triunfo en Maracaná y nos preguntamos qué habrán sentido las 200.000 almas presentes en aquel momento.
Ayer lo pudimos comprobar en carne propia.
Es cierto que no se perdió una final del mundo, como les pasó a los brasileños entonces en casa, pero se hipotecó la presencia en Sudáfrica 2010 y sí se sufrió la misma humillación.
Quemaba los ojos levantar la vista para mirar la pantalla del Estadio y ver el 0-4.
Lastimaba los oídos escuchar el grito de los hinchas brasileños pidiendo "mais un", como si ya no fuese bastante la goleada que tenían.
Brasil le pasó por arriba a la selección uruguaya y a su ilusión, porque ¿quién no fue al Centenario confiado en que se le podía ganar a los verdeamarelos y lanzarse así a la caza de los seis puntos que completará el juego del miércoles con Venezuela?
El Estadio repleto, con entradas agotadas dos días antes, fue la muestra de ello. Sin embargo, de la ilusión de terminar segundos en la tabla luego de la fecha doble se pasó a la resignación de que si no se traen los tres puntos de Puerto Ordaz la única opción de ir a Sudáfrica será por la vía del repechaje.
Quizá, como les pasó a los brasileños en 1950, los uruguayos fuimos víctima de la soberbia.
Dijimos tanto que este Brasil era el peor de la historia que se lo subestimó.
Y Brasil es Brasil.
Y Uruguay es Uruguay.
Es decir, ellos tienen jugadores capaces de desequilibrar por sí solos (en el primer tiempo llegaron tres veces e hicieron dos goles) y nosotros somos especialistas en darle vida a los moribundos.
Dunga, que vino caminando desde Brasil por la cornisa, se va de Montevideo rumbo a Recife como héroe, cómodamente sentado en un sillón con pinta de trono.
Lo ocurrido ayer en el Centenario demuestra cuánto cuesta lograr la confianza, porque esta selección por primera vez había logrado una verdadera comunión con la gente, y qué rápido se pierde.
Los silbidos del final, incluso a Diego Forlán luego de haber sido el más vitoreado cuando la voz del estadio lo anunció en la formación como capitán, fueron el fiel de la balanza en estos momentos.
La cuestión ahora es cómo levantar el ánimo de un plantel que está planchado en el piso para sacar los tres puntos de Venezuela.
Brasil nos dio una paliza histórica, de la que no nos olvidaremos nunca más.

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