16 febrero 2009

ARMA MORTAL 2009

No hay dudas de que Nacional ganó bien.
Lo hizo poniendo en la cancha lo que no supo estampar Danubio, cuando tuvo el trámite y el resultado a favor.
Nacional lo peleó, mordió, para iniciar una remontada que desembocó en el título.

Festejan, gastan las últimas energías que les quedan, se abrazan.
Es la imagen del plantel de Nacional.
Es la euforia del Campeón.
Y sin discusión.
Lo ganó poniendo lo que hay que poner en una final.
Y eso que no tuvo todo el partido a su favor, por el contrario, arrancó con viento en contra.
Porque los primeros cuarenta y cinco minutos el Campeón fue pálido, muy pálido. Se encontró a su frente con un Danubio linajudo, de buen manejo, dominador, imponiendo supremacía en todo el terreno.
Y ese parcial de 1 a 0 a favor de los de la franja tampoco daba para discutirlo.
Y cuando Larrionda le mostró la roja a Romero se pudo pensar que definitivamente se le caía toda la expectativa.
Más aún cuando Danubio lo metió en los palos, pero no tuvo la capacidad para definirlo.
No tuvo la grandeza que se necesita para ganar una final.
Eso es indiscutible.
Fue cuando Nacional empezó a demostrar eso otro que le faltaba poner en la cancha.
Cuando apretó los dientes, cuando se hizo sentir grande, cuando "Ojota" mostró el camino del sacrificio y la lucha, cuando encontró la respuesta de otros como Santiago García, también un abanderado, dio vuelta la balanza.
La sensación que dejó ese pedazo de partido fue de que Danubio se desinflaba en la cancha y Nacional hinchaba su pecho.
Y de sensación a realidad. Se hinchó el pecho, dominó la cancha y dominó mentalmente el trámite.
No queda más que esperar la vuelta de todo lo anterior.
Y apareció "Morro" para estampar el segundo, aprovechando de cierta manera un descontrol defensivo del rival.
El festejo, la euforia, la alegría, el titulo, el grito de ¡¡¡Campeón!!!. Merecido, algo que nadie le regaló a Nacional y que Danubio no supo sellar cuando tuvo que hacerlo.
Esa fue la gran diferencia.

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