02 octubre 2008

ENTRE BUEYES NO HAY CORNADAS

COLUMNA DEPORTIVA DE MARIO BARDANCA
Fallos que rebotan de tribunal en tribunal.
Tribunales que se cuestionan entre sí. Fallos nulos.
Clubes que pagan tarde. Otros que hacen cualquier cosa con tal de jugar. Firmas falsificadas. Neutrales que pierden la condición. Neutrales que pretenden potestades. Decisiones que se modifican en asambleas. Clubes que se juzgan entre sí. Clubes que cambian votos. Clubes que se salvan. Nacional presiona. Peñarol no se queda atrás. La estabilidad de Navascuez se ve amenazada.
A Domínguez lo quieren retirar pero no se deja. Hay amenza de bomba en la casa mayor del fútbol.
El anuncio lanzado por Juan José Ramos con notable sentido de anticipación, pronosticando que serían varios los clubes de segunda que caerían por falta de capacidad de respuesta para cumplir sus compromisos, un par de años después se confirmó.
Sin embargo, amparándose en vericuetos reglamentarios, invocando la obra social que cumplen las instituciones deportivas y los puestos de trabajo que se perderían, los que no cumplieron obtuvieron el indulto y una nueva oportunidad.
No es casualidad que los únicos que no acompañaron la medida hayan sido los tres que habitualmente respetan lo que está votado y comprometido.
Y que el resto acomodara el cuerpo y varios cambiaran de postura pensando en la utilidad que algunos votos le puedan dar en el futuro.
El tema debió concluir con el dictamen de los neutrales.
¿Para qué quieren poder de decisión si después los clubes tienen la última palabra?
Sería bueno que algún día se les adjudiquen plenos poderes por 60 días, plazo que está previsto en el reglamento.
Ahí sí se pondría a prueba la autoridad necesaria.
No es conducente que estos temas sean definidos entre pares.
Más aún, cuando la mayoría no tiene autonomía.
Ahí es cuando se abre el margen para las actitudes acomodaticias, reñidas con el cumplimiento de lo reglamentado.
Después del cuarto intermedio, varios delegados de clubes modificaron la postura con la que llegaron a la asamblea.
Defensor manifestó su discrepancia no concurriendo.
Danubio acudió al primer llamado; votó la memoria y balance y se fue argumentando que no era una decisión que le correspondiera.
Palma hizo lo justo.
Asistió, votó en contra y argumentó diciendo que con esta medida flaco favor se le hacía a los que honraban sus compromisos, pagando en tiempo y forma con prolijidad.
Una vez más, su decisión fue antipática pero a la vez, fundamentada y coherente.
Nuevamente dio la cara; fue él. No mandó a decir.
Ahora, La Luz y Basañez buscan el dinero para volver a jugar y Progreso ya está habilitado.
Consiguió los fondos necesarios negociando la ficha de uno de sus jugadores con el grupo empresarial de Paolo Montero.
Antes, le pidieron al grupo Casal y la respuesta no fue la esperada.
La situación fue mencionada hace una semana en este espacio. Juan Carlos Álvarez, uno de los socios de Progreso que participó en una manifestación pidiendo que los dejaran jugar, denunció a José Herrera con pelos y señales ante la cámara de canal 4: "Lo que más lamento es que Herrera dijera dígale al uno que de la solución y si no, que intervenga para que Paco no vaya preso.
¿Qué tenemos que ver nosotros con el Paco, con Tabaré? En absoluto.
Tabaré fue presidente de Progreso y nada más.
Nunca lo molestamos ni lo vamos a molestar.
Eso que lo tenga claro Tabaré, que no se ponga nervioso porque acá somos así, somos derechos a carta cabal".
Por las dudas, Álvarez reafirmó la idea: "Si no está la plata y te dicen; dígale al uno que intervenga pa´que el Paco no vaya en cana y no te dan la plata dos horas antes, ¿qué es eso? Más claro echale agua.
Es una puñalada trapera". Cuando le preguntaron a quién le dijo eso Herrera, respondió sin vacilar: "al presidente y al vice".
El presidente Franco salió de la sede de la AUF -¿no estaba suspendido por el Tribunal de Honor?- gritando su desahogo como si fuera un gol de los gauchos en la hora.
Los hinchas lo abrazaban. Por un instante se sintió héroe.
Son los dirigentes incapaces de generar recursos propios los que crean lazos de dependencia.
Piden y después, entregan. Y llegado el momento, se les vuelve en contra y reciben cachetazos de los que tienen la sartén agarrada.
Esos que hacen abuso de poder, acostumbrados a mandar mensajes cargados de presión.
El clásico apriete que intimida. Franco se perdió envuelto en abrazos de hinchas eufóricos.
Palma se fue caminando entre ellos. Solo.
Tranquilo. Con el paso seguro y la frente alta.

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