11 octubre 2009

YO TE "QUITO" LO BAILADO

Uruguay perdía en la altura de Quito y quedaba afuera del Mundial, pero salió la garra.
Enseguida Suárez puso el empate y en los descuentos a Cavani le hicieron penal.
Forlán lo cambió por una victoria histórica.
2-1 al confiado Ecuador, para meternos quintos y llegar a una final con Argentina.

Ecuador es considerado un cuadro chico, por eso cuesta tanto explicar el valor de esta victoria. Si hubiese sido un triunfo en Roma contra Italia, o en Munich contra Alemania, sería mucho más fácil. Pero fue con Ecuador, un equipo con poca historia y habitué de las bromas en las rencillas futboleras.
Pero Ecuador, desde esta década, es uno de los pesados de Sudamérica y es aún más pesado en dos situaciones: de local en Quito y jugando la segunda rueda de unas eliminatorias mundialistas.
Sus viajes a Corea-Japón 2002 y Alemania 2006 se consiguieron apretando el acelerador en la segunda parte de la Eliminatoria, cuando de local recibe a Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay.
Por eso desde el 2000, en Quito y buscando un Mundial, nadie la pasa bien. Por eso este partido era tan difícil para Uruguay.
Enfrente tenía un equipo con más experiencia (ocho jugadores mundialistas entre los titulares), acostumbrado a definir de local los cándidos partidos de Eliminatoria, y plagado de un talento escaso años atrás: Caicedo, Benítez, Valencia, Reasco, un póker en su plenitud que se sumó a los de siempre.
Uruguay le ganó de atrás a este equipo, en un estadio abarrotado desde las siete de la mañana y lo hizo con la soga al cuello, porque cuando el Atahualpa se sacudía con el 1-0, nosotros buscábamos la pala para enterrar el Mundial. Lo hizo además con solidez, plantándose en su mágica camiseta y con un notable rendimiento defensivo.
Ecuador nunca peloteó a la Celeste: Elizaga tuvo tantas tapadas como Muslera.
El local tuvo más la pelota, como era lógico, pero la tuvo con el benéplacito del equipo de Tabárez, que se sentía cómodo con un rival que tocaba pero sin profundidad, encerrado en el típico paradigma horizontal con olor caribeño. De allí que la victoria no sea histórica solo por su agonía y su importancia mundialista.
Es histórica porque se tuvo domado a un rival que suele ser salvaje en la altura.
Se ganó un partido chivo en serio, en el que el empate previo era música para los oídos.
El Brasil de Dunga que hoy domina el mundo con España, la pasó verdaderamente mal en Quito: empató 1-1 gracias a Julio César, que ese día confirmó que era el mejor arquero del mundo.
Esta vez a Ecuador no le calzaba el empate como en los anteriores 1-1 con Uruguay.
Tenían que ganar y así lo proclamaron a viva voz toda la semana.
Pero al momento de los bifes Uruguay le movió la parrilla, y el local se fue poniendo tibio con el paso de los minutos.
El gol de Valencia fue un injusto salvavidas para un equipo que se ahogaba a cada segundo.
Suárez puso las cosas en su lugar y Forlán las acomodó del todo, cuando el partido se terminaba e insólitamente Uruguay no sufría, porque la derrota no se veía por ningún lado.
Ahora se viene Argentina. Estamos quintos y hay que bajar de la altura de Quito.
Ojalá no bajemos la confianza ni la personalidad futbolística con la que anestesiamos a esta fiera tan poco valorada.

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