07 octubre 2009

PIRIAPOLIS BRILLO EL FIN DE SEMANA


Es así. Uno espera esta carrera con tremenda expectativa desde que empieza la temporada.
Y cuando se baja la bandera al último piloto de Superturismo, solo se piensa en lo que falta para volver y hasta siente nostalgia de lo que se vivió hace apenas unos minutos.
Así es Piriápolis y por algo es el GP más esperado del año.
Por algo es "la carrera" y en ese sentido, no defrauda.
Podrá decirse que las carreras pueden ser mejores o peores.
Pero lo que nadie puede discutir es ese magnetismo que tiene el circuito urbano de 2.600 metros puesto en escena allá por 1994 y que año a año, pese a algún paréntesis, siempre se presenta renovado.
Se noto el laburo los muros de contención de cemento le dan a la pista un aspecto más imponente, como que el trazado se luce más. A lo que a la formula 3 refiere fue una preciosa puesta al día con la tecnología, el trabajo de equipo y las estructuras profesionales.
Le falta un cacho para lucir con orgullo el rótulo de "Sudamericana".
Pero su sola presencia justificó el esfuerzo de AUVO.
El GP de Piriápolis dejó varias actuaciones que sorprendieron por fuera de las que uno sabía de antemano que figurarían entre los protagonistas de cada categoría.
Entre esas actuaciones consagratorias, que van más allá del resultado final, destaco sobremanera la de Horacio García (Superturismo A1), Francisco Cammarota (Fórmula Chevrolet), Darwin Vieta y Marcelo Pessina (Turismo Libre) e Ignacio Abelenda (Superescarabajos).
Las calles de Piriápolis fueron la marquesina para demostrarnos que allí hay buena madera.
Al terminar la jornada del sábado, frente a la recta principal fueron estacionados todos los vehículos que de una u otra manera, contribuyen a la logística y seguridad del GP de Piriápolis. Contabilicé 27 rodados entre ambulancias, bomberos, rescate, ACU y apoyo.
No tengo idea cuánta gente hubo durante los dos días de carreras. Obviamente fue muchísima.
Se maneja entre 20 mil y 30 mil. Pero lo que más me llamó la atención este año fue la enorme cantidad de gurices acompañados por sus padres.
Un fenómeno no muy frecuente en los espectáculos de automovilismo.

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